“Todos los caminos conducen a Roma”, dice el viejo dicho romano. Roma, la ciudad eterna de emperadores, gladiadores y conquistadores.
Primer día: Recorriendo la Roma Antigua
El Foro Romano y el Palatino ameritan paciencia e información para
recorrerlos, ya que en ninguna de estas dos atracciones hay referencias
sobre lo que se está observando. Si se va a visitar ambos monumentos y
el Coliseo, es recomendable comprar el pase en la fila del Palatino,
donde siempre la cantidad de gente es menor.
En el Coliseo no
deje de cerrar los ojos e imaginar que se escuchan los rugidos de
leones y el grito de “Sangue” de los espectadores de los “juegos del
circo”. Vale la pena observar el Arco di Constantino, construido en el
312 con materiales tomados del Arco de Trajano y Marco Aurelio entre
otros monumentos, una verdadera recopilación de arte.
Sobre la base del Palatino, se encuentra el Circo Massimo, antiguo
centro de las carreras de bigas, con capacidad para 200.000
espectadores.
Segundo día: Paseando entre piazzas y obras arte
Caminando por Via dei Fori Imperiali se arriba a Piazza Venezia, donde
se encuentra “Il Vitoriano”. Fue levantado en honor al “padre de la
patria”, el rey Vittorio Emanuelle. Al pie de la estatua de Roma, se
encuentra el altar al soldado desconocido.
A unos 700 metros, nos
topamos con el Pantheon, un monumento clásico reconstrucción del antiguo
templo de Agripa.
En Piazza Navona, encontramos La Fuente de los Ríos, maravillosa obra de
Bernini.
Sobre la Via Muratte, nos espera la Fontana di Trevi,
espectacular obra de arte, paso obligado por Roma si es que se quiere
regresar.
Por Via Condotti se llega a la Piazza Spagna. La vista se detiene en la
escalinata, que conduce a la Iglesia de la Santísima Trinità dei Monti,
en la Fuente de la Barcaccia (obra de Bernini) y en la Columna de la
Inmaculada Concepción.
Para los amantes de la naturaleza, la Villa
Borghese es una buena opción: un parque de estilo inglés, repleto de
museos y fuentes de incalculable belleza.
La Piazza del Popolo es totalmente simétrica, aquí se emplaza la Iglesia
Santa María del Popolo. Quien ama el arte puede disfrutar de una
colección que engloba a Pinturicchio, Caravaggio y Rafael, entre otros.
Tercer día: Visitando la Ciudad de Vaticano y el Trastevere
Los ojos se maravillan al ingresar y toparse con la Piazza San Pietro
rodeando la majestuosa Basílica de mismo nombre. Recorrer la Basílica de
San Pietro implica dejarse conmover con la delicadeza de La Piedad y la
belleza imponente de la Cúpula de Miguel Ángel.
La Capilla Sixtina, uno de los lugares más visitados de Roma, deja con
la boca abierta a la mayoría de los visitantes. De una magnitud
inexplicable, es difícil observarla en su totalidad. Mirar hacia arriba
marea y la perfección de la obra embriaga. Es recomendable visitarla con
tiempo, para tomarse unos momentos descansando la vista antes de
continuar estudiándola.
Caminando por la Via della Conciliazione, se erige junto al río
Trastevere el Castel Sant’Angelo, mausoleo familiar de los emperadores.
Cuenta la leyenda que el Papa Gregorio I, durante la epidemia de peste,
vio sobre su cima al Arcángel San Miguel simbolizando con su espada el
fin de la debacle y adquiriendo así el castillo su nombre.
Luego de recorrer una zona residencial con callecitas de empedrado y
cafés típicamente italianos, arribamos a la Iglesia Santa María in
Trastevere: bella iglesia románica, austera y acogedora en su interior.
Abandonamos Roma
y nos vamos derecho a aeropuerto, con el corazón rebozando de dicha,
felices porque hemos dejado nuestra moneda en la Fontana di Trevi y
volveremos algún día, a recorrer todo lo que esta ciudad aún tiene para
ofrecer a grandes y chicos.
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