jueves, 15 de agosto de 2013

Vaticano con bebés: San Pietro y Capilla Sixtina

Cuando decidimos viajar a Italia, estuve haciendo mis averiguaciones sobre ciudades "baby friendly". Tenemos un hijo de poco más de un año y, si bien teníamos muchas ganas de recorrer varias ciudades, no queríamos volverlo loco.

Ya conocíamos Roma pero cuando estuvimos, la Capilla Sixtina estaba cerrada al público por ser Semana Santa. Por eso, volver a Roma era una cuenta pendiente.

Te cuento mi experiencia en Vaticano con un bebé...


Basílica de San Pietro con un bebé


El viaje fue en julio, así que te resultará fácil imaginar el calor terrible que hacía en Roma. El sol rajaba la tierra, literalmente...

Llegamos a la Piazza San Pietro a eso de las 10 de la mañana y, como era de esperar, la fila era larguísima. Me acerqué a los carabinieri y con amabilidad les pregunté si con el bebé teníamos que hacer la fila. Me contestaron que sí, pero inmediatamente me preguntaron la edad del bebé y cuántos éramos. Al ser 3 adultos más el bebé me mandaron a hacer la fila. Pero aquí va mi consejo: si viajás sola con tu bebé, hablá con los policías, si están de buen humor quizás te dejen pasar. A mí me dijeron que yo podía pasar con el bebé pero que mi madre y mi marido debían hacer la fila. No me pareció correcto y ahí fui, a pararme bajo el rayo del sol.

Por suerte la fila avanzaba bastante rápido pero, como suele suceder, más de un vivo se nos adelantó y no quedó otra que discutir para que se colocasen donde les correspondía. Una vergüenza que todo viajero sabe que se repite a lo largo y ancho del mundo.

Luego de los controles de rigor, nos dirigimos a la derecha de la Basílica donde debíamos dejar el cochecito ya que no se puede ingresar con él. Un chico muy amable nos dio un número y con mi peque a cuestas subimos las escaleras del centro de la fe católica.

San Pietro me deslumbró una vez más. Imponente, deslumbrante, emotiva... No hay palabras para describir lo que a uno le pasa cuando entra ahí. Se mezclan los sentimientos, por la belleza que uno ve y por la riqueza que engloba. Es raro.

La Piedad me nubló los ojos, igual que la primera vez que la vi. Es realmente una obra maestra.

Dentro no tuvimos inconvenientes, más que un peque que quiere corretear de aquí para allá. El cochecito hubiese sido útil pero bueno, hay que respetar las reglas. Si tenés mochilita y todavía la usás, ¡llevála!

Los Museos Vaticanos con un bebé


De San Pietro nos fuimos a los Museos Vaticanos. Había leído online que si ibas con un bebé no hacías fila y existía un recorrido directo a la Capilla Sixtina sin pasar por todos los museos. Pues bueno, a mí me timaron entonces porque esa visita fue una pesadilla.

No quiero desalentarte, pero sí ponerte sobre aviso. Para entrar la fila no era larga y luego de los controles, amablemente nos indicaron el ascensor hasta la primera planta donde compramos las entradas.

Allí supuestamente nos indicarían cómo hacer para llegar directo a la Capilla Sixtina. Pues no, nos dijeron que debíamos hacer todo el recorrido, es decir: caminar todos los Museos Vaticanos ya que la Capilla Sixtina está al final del recorrido.

El recorrido entero es una pesadilla si vas con un cochecito. Las escaleras son muchas, estrechas y repletas de gente que no duda en empujar para ganar 10cm. Lo padecimos. Mi marido y yo quedamos exhaustos de tanto subir y bajar con cochecito y yo, de discutir con todo el mundo porque golpeaban el cochecito sin querer o sin mirar más bien.

Al final, luego de un verdadero tormento, llegamos a la Capilla Sixtina. Por suerte, una guardia nos abrió paso entre la multitud para entrar (porque se negaban a ceder el lugar) y otro guardia dentro, nos consiguió un buen lugar para contemplar una de las obras de arte más espectaculares que vi en mi vida.

Salir fue más sencillo. Directo de allí a un ascensor y a la calle. Quizás exista otra manera de visitar la Capilla Sixtina pero, verdaderamente, como lo hicimos nosotros fue una locura.

Si querés ir, no lo dudes y llevá un fular o mochilita porque con el cochecito es misión imposible. Quizás la mejor opción sea una visita guiada a los Museos Vaticanos, para así ahorrarse tantas molestias.

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